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Carlos Acero

¿Cuál es el mandato popular?

Ante cada revés en la agenda del gobierno, Petro acude a la idea del “mandato popular” que en las urnas lo llevó a la presidencia. Según el presidente su gestión de cambio no avanza porque otras instituciones del Estado o poderes privados desconocen el querer del pueblo. 

El mandato popular está expresado en el programa de gobierno presentado por Gustavo Petro y Francia Márquez y se complementa con los compromisos adquiridos en campaña. Sin embargo, el mandato popular no puede ser interpretado al capricho diario del presidente, mucho menos puede ser patente de corso para equivocarse sin asumir consecuencias.

En campaña presidencial Petro reiteró, literalmente hasta el cansancio, que no convocaría a una asamblea nacional constituyente. Es más, cada que respondía a ese cuestionamiento tajantemente concluía: “Nosotros no necesitamos cambiar la Constitución para cambiar al país. Con la Constitución del 91 se puede cambiar al país”. 

Por descartar ideas como la de la constituyente Petro logró el respaldo de buena parte del centro, e incluso de la izquierda, determinantes para derrotar a Rodolfo Hernández. Así, la ruidosa propuesta constituyente representa lo contrario al mandato popular.

Afortunadamente la convocatoria de una constituyente carece de cualquier posibilidad. Para que se convoque al pueblo a decidir realizar o no una constituyente Petro necesitaría que las esquivas mayorías del Congreso le aprueben una ley convocante.

Ahora bien, en el hipotético caso de que se encontraran las mayorías del Congreso para abrirle paso a la constituyente, el presidente necesitaría más de dos millones y medio de votos adicionales a los que lo apoyaron en la segunda vuelta de 2022. No sólo sería difícil conseguir esos votos nuevos sino mantener los 11.3 millones que obtuvo hace casi dos años, defraudados por la mala gestión y los crecientes escándalos de corrupción.

Pero la propuesta de la constituyente no es la única contradicción del gobierno al mandato popular.

Ni una sola persona que votó por Petro quería que la transformación del sistema de salud incluyera regalarle por ley 8 billones de pesos anuales a las nuevas EPS, que ahora tendrán menos responsabilidades en el sistema. Regalo que está redactado en el texto de reforma a la salud tras las negociaciones entre el gobierno con los partidos de la U, Liberal y Conservador.

El mandato popular tampoco avaló continuar con malos tratados comerciales que incluyen someter al país a tribunales de arbitraje internacional. Petro, sin renegociar los TLC como prometió, ya firmó un acuerdo semejante con Emiratos Árabes, otro con Venezuela y negocia uno con Catar. Sindicatos, organizaciones de derechos humanos y academia han cuestionado este incumplimiento al mandato.

El pueblo también votó por el presidente que cambiaría el enfoque de la política de lucha contra las drogas promovida por las potencias del norte. Desafortunadamente, mientras presenta discursos críticos sobre el tema ante la ONU, este gobierno promueve la construcción de una estación guardacostas en Gorgona. Aunque el Partido Comunista Colombiano lo niegue sin sonrojarse, el proyecto militar es completamente funcional a la política antinarcóticos de EEUU, como lo ratifica el embajador de ese país en Colombia.

Y de ninguna manera el mandato popular facultó al presidente Petro a reunirse a escondidas, y con fines que a hoy siguen siendo desconocidos, con la ex Fiscal Martha Mancera, cuestionada por encubrir al narco fiscal Pacho Malo.

Es altamente cuestionable pensar que el mandato popular le concede al presidente realizar acuerdos con las familias Sarmiento o Gilinski, Grupo Aval y Revista Semana, respectivamente. Por lo mismo, no sorprende que Luis Carlos Sarmiento, lejos de actuar como la oposición uribista, conceda que la  reforma “pensional tiene cosas buenas y unas no tan buenas”. 

El mandato también está defraudado ante el olvido y la desidia para financiar la ciencia, tecnología e innovación. El presidente pasó de prometer “financiar robustamente” al Ministerio de Ciencias a asignarle el presupuesto más bajo en 15 años. Peor que Santos y Duque.

Y la lista podría seguir.

La semana pasada el presidente de Chile, Gabriel Boric, le concedió una entrevista a El País. Boric llega a dos reflexiones sobre las que nuestro gobierno debería meditar. Primero, que “la izquierda en América Latina ha tenido la tendencia de no hacerse cargo de sus propios errores”. Segundo, ante las derrotas de la agenda de gobierno “uno tiene que saber adecuarse, ha de tener cintura, manteniendo una coherencia con los principios”.

En vez de tergiversar a su antojo el mandato de cambio, o enquistarse en sus dogmas, a Colombia le haría bien que el primer gobierno de izquierda asumiera sus errores y supiera buscar apoyos en sectores de centro y centro izquierda. Sin regalarse a las maquinarias pero sin exagerar en la inmediata materialización de utopías.

Jennifer Pedraza

La representante a la Cámara Jennifer Pedraza, quien se ha convertido en una de las principales voces de la Cámara de Representantes, habló con EL TIEMPO sobre lo que viene este semestre para las reformas sociales.

Además, cuestionó el respaldo del presidente Gustavo Petro a Hollman Morris y dijo que se está gobernando con las mismas prácticas que tanto criticaban de los partidos tradicionales.

¿Qué cree que viene para la reforma de la salud en el Senado?
Creo que el Gobierno tiene un panorama un poco más difícil en el Senado. Sin embargo, no sé qué pensar porque cuando se inició el trámite de la reforma en Cámara creía que el panorama era difícil para que se aprobara la reforma y terminó aprobándose con los mismos métodos que usaban los gobiernos anteriores.

¿A qué se refiere?
El Gobierno tiene una relación transaccional con el Congreso. No sé si esto se vaya a replicar en el Senado pero sé que voces importantes de la Alianza Verde, como Fabián Díaz, van a tener una posibilidad de incidencia clave en la ponencia de la reforma de la salud. Ojalá se tengan en cuenta las preocupaciones y críticas que desde la Cámara de Representantes dejamos muy bien planteadas. Además, el ministro de Salud ha venido aceptando que tienen sustento, como decir que van a tramitar una reforma tributaria para poder financiar los gastos del sistema.

¿Y en cuanto a la laboral?
Me parece que es en varios aspectos positiva, siempre y cuando se acompañe de una política industrial y de protección y de acompañamiento al empresariado colombiano, especialmente al micro, pequeño y mediano empresario. Eso me parece muy importante. Si la reforma no tiene ese componente, se queda coja. Recordemos que este gobierno hundió en la reforma tributaria nuestra propuesta para que hubiese una tarifa diferencial del impuesto de renta para las pequeñas y medianas empresas. Negó medidas que eran salvavidas para estas. De manera que es difícil decirles que “no los apoyamos en nada y, además, acá van un montón de responsabilidades que ustedes tienen que asumir con sus trabajadores y si lo logran bien y si no quiebren, ustedes verán qué hacen”. Creo que debe de haber una prioridad muy marcada para el fortalecimiento del empresariado colombiano.

También seguirá el trámite de la ley estatutaria de la educación. ¿Qué opina de esta?

No es una reforma como tal, porque es una ley nueva, pero es una ley de particular interés mío y de la juventud y del movimiento estudiantil. Es una ley que reconoce la educación como derecho fundamental pero tenemos que estar muy atentos y atentas de que no terminen colgándole muchas arandelas en el marco de la negociación política y que terminen desdibujando el objetivo del proyecto.

Cambiando de tema, este año volvió la polémica alrededor de la figura de Hollman Morris. ¿Por qué sigue en el Gobierno no obstante a los llamados del movimiento feminista? ¿El Gobierno le está dando la espalda al feminismo?
El mensaje que deja el Gobierno con el tema de Hollman Morris es que el eslogan de que “el cambio es con las mujeres” se quedó solamente en un eslogan de campaña. Pero, para nada es un principio a la hora de tomar decisiones por parte de este gobierno. Las víctimas de Hollman Morris no solamente lo han denunciado a él por acoso sexual o acoso laboral o malos tratos. También han denunciado que son víctimas de persecución y hostigamiento físico y digital. El hecho de que el presidente Petro se lleve a Hollman Morris a Davos es una cachetada en la cara a las víctimas. Además, se presenta en un contexto de violencia cada vez más crítico contra nosotras. Empezamos el año con un feminicidio a punta de machete en el Valle del Cauca, un intento de feminicidio con el mismo método, feminicidios en varias regiones del país. Se suponía que Petro había prometido que iba a haber una lucha cultural decidida contra el machismo, contra el patriarcado, contra la violencia contra las mujeres…

¿Y qué pasó?
Eso no es coherente con el hecho que el Gobierno siga nombrando y protegiendo a hombres denunciados por violencias basadas en género y que siga acumulando el poder político en ellos. A mí mucha gente me dice: ¿pero ustedes qué quieren? ¿Quieren que entonces si hay un hombre que cometió un error que lo aparten de la sociedad y que nunca más pueda volver a trabajar? No es lo que yo pido, ni lo que pide el movimiento feminista. Pedimos que haya un reconocimiento y un proceso de reparación a las víctimas, una autocrítica, una garantía de no repetición, entre muchos otros mecanismos de reparación que las víctimas deciden y solicitan. Pero en el caso de Hollman Morris, de Víctor de Currea-Lugo, de Fabián Zanabria, que son todo este combito de hombres que se las dan de progresistas pero que quieren cambiar todo el sistema, excepto el patriarcado y la violencia contra nosotras, lo que ellos han hecho es revictimizar, descalificar a las víctimas, restarles credibilidad en la opinión pública, hostigarlas digitalmente. Y es lamentable que el Presidente se sume a estas prácticas.

¿Qué opina usted de la figura de la primera dama?
Creo que Verónica Alcocer es una exponente más de la política tradicional de Colombia. Y creo que la figura de la primera dama no debería de existir en Colombia. No debería de existir. Es una figura que desconoce que las mujeres tenemos un desarrollo, un desempeño profesional completamente separado del de nuestras parejas y que le entrega poder político a una persona por la que nadie ha votado en Colombia. Ni si quiera estoy de acuerdo en que la primera dama tenga responsabilidades en lo que tiene que ver con el sistema de Bienestar Familiar. Me parece que esa es una herencia de un modelo político muy lejano ya en términos de contexto, de la historia y lo que ha servido es para que sea la caja menor de la historia del presidente a través de la cual se hace politiquería con la política tradicional, que es lo que ha venido haciendo Verónica Alcocer.

Se perdieron los Juegos Panamericanos. ¿Qué análisis hace?
Para mí, es muy contundente el hecho de que la ministra del Deporte siga en su cargo. Eso no tiene ningún tipo de presentación y lo que a mí me hace pensar es que la decisión de no hacer los Juegos Panamericanos fue una decisión del Presidente. La responsabilidad política es del Presidente. Si fuera individualmente sobre la ministra del Deporte, no habría nada qué justificar a que ella estuviera en el cargo. Así que, para mí, esto es una pésima noticia. Colombia deja de recibir millones de dólares en inversiones, pero no solo eso, también de ofrecer infraestructura y oportunidades para los deportistas. Fue una decisión deliberada del presidente Gustavo Petro.

Se suponía que Petro había prometido que iba a haber una lucha cultural decidida contra el machismo, contra el patriarcado, contra la violencia contra las mujeres

¿Por qué lo dice?
Al Presidente le pareció que los Juegos eran muy caros, pero no quiso asumir esa decisión Política. El contrato tiene establecido que la platica que se pagó se perdió. Aquí puede haber un detrimento patrimonial contra Barranquilla y el Atlántico, que precisamente asumieron esos gastos iniciales y que nadie les va a devolver esa platica.

Con este movido inicio de año, ¿qué más podemos esperar?
Voy a ser muy franca. Tengo una preocupación y es que, como el gobierno del presidente Petro para mí, para muchas y para muchos ha sido decepcionante, partidos tradicionales como el Centro Democrático y Cambio Radical se presenten ahora como la gran alternativa a la política colombiana.

¿A qué se refiere?
Realmente, no lo son. Al mismo tiempo que estas decepciones están pasando con Petro, al mismo tiempo están metiendo a la cárcel a Ciro Ramírez (Centro Democrático), a congresistas de los partidos tradicionales, se fugó el exdirector del DPS. Es decir, aquí lo que ha pasado es que se está reproduciendo lo mismo que criticábamos en gobierno anteriores. Pero la alternativa no puede ser volver a esos mismos partidos. Siento que nuestro papel, como nuevas generaciones en política, es ofrecer otros caminos que no sean ni volver al Centro Democrático ni a los tradicionales, ni tampoco al Pacto Histórico, que prometió una transformación que no ha cumplido.
Para terminar, ¿qué opina del llamado del presidente Petro para que el Pacto se una para ganar las elecciones? ¿No le queda mucho de para estar ya pensando en campaña?
El presidente Gustavo Petro trinó sobre las elecciones del 2026 mientras Santander estaba en llamas, mientras se incendiaban los cerros orientales de Bogotá ante la inacción y ante la falta de prevención del Gobierno de los efectos del fenómeno del niño y de los incendios forestales. Para mí, esta es la prueba más evidente de que el problema no es que Petro esté hablando de política, él tiene todo el derecho de hacerlo. El problema es que hoy no está cumpliendo con lo que prometió en el 2022. ¿Por qué no, mejor, se pone a ver sus videos de campaña en el 2022 para que vea qué prometía y evalúe si lo está cumpliendo hoy? Estoy segura de que se asusta.

¿Por qué?
Estoy segura de que se asusta de lo incoherente y lo demagógico que ha sido su gobierno. Si está tan preocupado por las elecciones del 2026, la mejor forma de competir en cualquier elección es cumplir lo que prometió y eso es todo lo contrario a lo que ha venido haciendo su gobierno.

¿Entonces?
El Presidente debería de estar pensando en gobernar hoy, hacerlo bien, cumplir lo que prometió, separarse de la política tradicional, que es lo más decepcionante, para mí, de este gobierno. Si le hubieran dicho a la gente que iban a gobernar con toda la política tradicional, con toda la gente a la que antes le decían que hacía parapolítica, estoy segura de que no ganan las elecciones. No me molesta que esté pensando cómo ganar las elecciones del 2026, obviamente todos los presidente lo hacen, pero de ahí a que eso impida ejecutar, como le pasó a este gobierno, que es la menor ejecución en los últimos 10 años, creo que hay una falta de visión política y de cumplir el mandato social de cambio que hubo y que el pueblo le dio a él y que hoy se está pasando por la faja

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¿De dónde viene la reforma tributaria?

Carlos Acero*

Le queda mal a un gobierno de izquierdas o alternativo validar sus iniciativas usando de referencia a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico -OCDE- o cualquier otra organización financiera internacional. La OCDE, semejante al Fondo Monetario Internacional –FMI- y al Banco Mundial -BM-, hace parte de la estructura internacional de organizaciones de corte neoliberal que el mandato popular rechazó en las últimas elecciones presidenciales. Ahora bien, siempre he sostenido que la OCDE opera de manera mucho más sofisticada en comparación a otras organizaciones internacionales[1].

Aunque poco se estudie -incluso en la izquierda- hay que entender las diferencias entre las formas de operar de cada organización. Si bien no nacieron con ese objetivo, el BM  y el FMI implementaron los Planes de Ajuste Estructural para constreñir a los países no desarrollados. A cambio de recursos económicos –usualmente mediante crédito-, le exigían a estas naciones reformas estructurales de corte neoliberal, que implicaban reducción del gasto público y de la participación del Estado en la economía, privatizaciones, aumento del endeudamiento, entre otras[2]. La evidencia demuestra que, contrario a ser planes para el crecimiento del mundo subdesarrollado, perjudicaron a las naciones que los implementaron[3].

A pesar de ser prima de las anteriores[4], la OCDE no funciona a través de constreñimiento mediante recursos. Esta organización, en términos generales, actúa mediante coincidencias ideológicas. La excepción a la regla ocurre cuando un país, usualmente no desarrollado, realiza su proceso de ingreso a la organización, proceso que transitó Colombia y donde el constreñimiento sí existe.

Por esos días Colombia firmó, sin posibilidad alguna de disentir en una coma, siete tratados internacionales; adoptó mecanismos de privatización blandos como sacar a delegados del gobierno de juntas directivas de empresas públicas o mixtas; promovió políticas públicas para financiar la educación vía Icetex ; echó para atrás el control de precios a los medicamentos, condición impuesta por las grandes farmacéuticas y el gobierno de EE.UU.; entre otros. Por lo mismo, sigo sosteniendo que Petro cometió un grave error al votar a favor del ingreso de Colombia a la OCDE.

Ahora bien, tras el ingreso del país a la OCDE el constreñimiento se reduce y la adopción de parámetros pasa a depender de la identidad ideológica. Desde entonces sí es posible hablar de meras recomendaciones, así muchas de esas no nos gusten. A ello se suma que la OCDE constantemente realiza apreciaciones sobre las iniciativas de los países, saludándolas o no, sin que ello tenga mayores consecuencias.

En estos días la OCDE saludó la propuesta tributaria de Petro y Ocampo. A diferencia de las reformas tributarias de Duque[1], la de Petro y Ocampo no fue redactada por las organizaciones internacionales neoliberales. La exposición de motivos de la reforma actual tampoco indica, como aquellas, que ese sea su origen y el contenido integra sendos temas que coinciden con valoraciones de sectores que no acompañaban al gobierno Duque, empezando porque no toca el IVA.

De manera semejante, como precisó el economista Diego Cortés[2], en 2020 la bancada opositora al gobierno de Duque, incluyendo a Dignidad, presentó una reforma tributaria que proponía incrementar impuestos a los dividendos, establecer un impuesto al patrimonio y eliminar beneficios tributarios[3]. Estos elementos de la reforma son evidentemente progresistas, necesarios para avanzar en una agenda de desarrollo nacional, y sobre todo afines a la idea de financiar al Estado colombiano cada vez más con impuestos directos. Que en otros momentos el FMI haya coincidido con incluir estos elementos no quiere decir que la reforma haya sido escrita por éste, ni que estos sean incorrectos, y mucho menos que la bancada opositora -en ese momento- hubiese cedido su pluma a los funcionarios del FMI.

Muchas cosas se pueden criticar de esta reforma desde posiciones de izquierda. Por lo mismo, la Representante a la Cámara Jennifer Pedraza ha presentado quince proposiciones para modificar o eliminar lo inconveniente de la reforma, por ejemplo, incluir tarifa de renta diferencial para personas jurídicas.

La reforma viene de economistas del Ministerio de Hacienda, la mayoría no ortodoxos. Ensucia el debate, el riguroso y honesto, señalar que el saludo de la OCDE a la tributaria es igual a adoptar el contenido neoliberal que promueve dicha organización o que provenga de allá.

[1] Comisión de expertos OCDE – DIAN durante gobierno Duque: https://www.dian.gov.co/dian/Paginas/OCDE-CEBT.aspx

[2] Ver: https://twitter.com/DiegoCortesV/status/1567404602584186880

[3] “Por medio de la cual se modifica el decreto ley 568 de 2020 “por el cual se crea el impuesto solidario por el covid 19, dentro del estado de emergencia económica, social y ecológica dispuesto en el decreto legislativo 417 de 2020”.” Disponible en: https://www.camara.gov.co/impuesto-solidario-covid-19

[1] Acero Castellanos, Carlo Mario. OCDE : herramienta de distribución de recursos en la globalización neoliberal : el caso de la reforma a la educación superior en Colombia. Repositorio Institucional Séneca, Universidad de los Andes. 2018.

[2] CHANG, Ha-Joon. Economía para el 99% de la población. Barcelona: Editorial DEBATE, Penguin Random House Grupo editorial. 2015. p. 94.

[3] Ibídem.

[4] OCDE. A strategy for enlargement and outreach. Report by the Chair of the Heads of Delegation Working Group on the Enlargement Strategy and Outreach, Ambassador Seiichiro Noboru. 2004. p 10.

[5] Comisión de expertos OCDE – DIAN durante gobierno Duque: https://www.dian.gov.co/dian/Paginas/OCDE-CEBT.aspx

[6] Ver: https://twitter.com/DiegoCortesV/status/1567404602584186880

[7] “Por medio de la cual se modifica el decreto ley 568 de 2020 “por el cual se crea el impuesto solidario por el covid 19, dentro del estado de emergencia económica, social y ecológica dispuesto en el decreto legislativo 417 de 2020”.” Disponible en: https://www.camara.gov.co/impuesto-solidario-covid-19

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La protesta acompaña a la democracia

Carlos Mario Acero Castellanos*

El llamado y sus críticos

El «balconazo» de Petro del primero de mayo fue criticado por pedir movilización social para apoyar sus reformas. No se sabe si la estrategia del presidente funcionará.

Hay que hablar, sin embargo, sobre cómo la movilización social puede influir en el progreso político y constitucional de las democracias.

Algunos líderes gremiales y políticos, incluyendo miembros del Pacto Histórico, no han visto con buenos ojos el llamado a la movilización. Por ejemplo, María Claudia Lacouture,  presidenta de la Cámara de Comercio Colombo Americana y ex ministra de Comercio en el gobierno Santos, cree que las acciones en las calles debilitan la democracia y dificultan el acuerdo.

Por otro lado, Roy Barreras, presidente del Congreso y miembro del Pacto Histórico, ha dicho que la movilización social es innecesaria y que la presión en las calles no debería afectar al Congreso. Según él, “La agitación social puede convertirse en agitación violenta… los colombianos más vulnerables, los campesinos, los indígenas, los obreros, las madres cabeza de familia necesitan es soluciones”.

Es importante notar que las apreciaciones de Lacouture, Barreras y otros, están en contravía de la Constitución. Según la Carta del 91, las calles son un escenario legítimo de expresión política en democracia.

Para algunos sectores importantes del país, la movilización social es una forma de desinstitucionalización y, en algunos casos, incluso se la asocia con la dictadura.

Foto: Alcaldía de Bogotá – En 2018 el movimiento estudiantil logró que el Gobierno Duque se comprometiera con un aumento de transferencias para la financiación de las universidades públicas.

La protesta nutre a la democracia

La desobediencia civil fue un elemento común a las revoluciones de independencia en todo el continente americano. Ejemplos incluyen el Boston Tea Party en 1773, una protesta contra el aumento de impuestos al té por parte de la corona británica, y el episodio del florero de Llorente en Sante Fe en 1810. Estas protestas fueron parte de los esfuerzos iniciales para establecer Estados democráticos.

El reconocimiento de los derechos civiles y políticos de las mujeres no fue otorgado por los hombres como un acto de gracia o benevolencia. En el Reino Unido, los movimientos de sufragistas lucharon durante casi un siglo, desde la década de 1820, para obtener el derecho al voto. Estas luchas fueron acompañadas de manifestaciones masivas y frecuentes episodios de represión y encarcelamiento.

El derecho de las mujeres a elegir y ser elegidas está arraigado en la mayoría de los países del mundo, y muchas leyes avanzan hacia la igualdad de género.

Para no ir más lejos, en 2018, el movimiento estudiantil en Colombia logró que el gobierno Duque prometiera un aumento histórico en las transferencias para las universidades públicas. Esta política fue incluida en la ley del Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022, junto con un compromiso para reformar integralmente el ICETEX.

La historia mundial está plagada de ejemplos de protestas que han logrado garantizar derechos y promover la apertura democrática.

Un derecho fundamental

Es importante notar que las apreciaciones de Lacouture, Barreras y otros, están en contravía de la Constitución. Según la Carta del 91, las calles son un escenario legítimo de expresión política en democracia.

El artículo 37 de la Constitución señala que “toda parte del pueblo puede reunirse y manifestarse pública y pacíficamente. Sólo la ley podrá establecer de manera expresa los casos en los cuales se podrá limitar el ejercicio de este derecho”. Este fue un cambio deliberado y toda vez que la Constitución de 1886 protegía apenas el derecho a la reunión.

El derecho a la protesta es de carácter fundamental y garantiza otros derechos constitucionales, como la libertad de locomoción, de asociación y de participación ciudadana.

En la sentencia C-472 de 2012, la Corte Constitucional explicó que el propósito de la protesta es “llamar la atención de las autoridades y de la opinión pública sobre un problema específico y sobre las necesidades de ciertos sectores, en general minoritarios, para que sean tenidos en cuenta por las autoridades”.

Ahora bien, la Corte también resalta que para que la movilización social esté en armonía con la ley debe desarrollarse “mediante un actuar pacífico y sin armas”. “Actuar pacífico” que es condición necesaria para su legitimidad legal y social, sin descontar que lo normal de la movilización es causar cambios en la rutina de la sociedad.

En resumen, el contenido e interpretación constitucional del derecho a la protesta ofrece dos conclusiones: (1) la protesta no es contraria a la democracia, es una herramienta más dentro de las reglas de juego de la democracia; y (2) mandatarios y congresistas antes que estigmatizar, deben estar dispuestos a someterse al escrutinio democrático de las calles.

La independencia del movimiento social

Colombia necesita cambios profundos que van más allá del programa y el período de un presidente. Además, muchas causas no se pueden atribuir completamente al programa de un determinado gobierno.

El llamado a la protesta social debe ser independiente del gobierno. Por ejemplo, los movimientos universitarios, feministas y ambientales no han sido una prioridad para el gobierno actual y el Congreso, aunque puedan tener algunos propósitos en común.

Durante la discusión del Plan Nacional de Desarrollo, algunos congresistas tuvieron dificultades para incluir una solicitud de reforma de la Ley 30 de 1992, que regula la financiación estatal de las universidades públicas. Además, los sectores más conservadores del Congreso redujeron las reivindicaciones de una política de derechos sexuales y reproductivos. Finalmente, el llamado para crear mecanismos de revisión integral de los TLC, que ponen en riesgo los derechos humanos y ambientales, ni siquiera se discutió.

Sería desafortunado para la democracia y para las causas que persiguen estos sectores que sus agendas de cambio se aplazaran o desvanecieran debido a una fe ciega en el gobierno de turno.

“El llamado a la protesta social debe ser independiente del gobierno. Por ejemplo, los movimientos universitarios, feministas y ambientales no han sido una prioridad para el gobierno actual y el Congreso, aunque puedan tener algunos propósitos en común.”

Invitaciones de la protesta social

Los balconazos de Petro tienen un efecto inmediato, pero también nos permiten hablar sobre la relación entre la protesta social y la democracia constitucional. Seguramente la discusión admita otras reflexiones que pueden complementar las siguientes invitaciones:

  • Todos en Colombia deberíamos entender que la protesta social es una expresión legítima y constitucional, y no apenas un factor de desinstitucionalización antidemocrática.
  • Reconocer los casos exitosos de protestas sociales que han logrado garantizar derechos y abrir espacios democráticos.
  • Cuando ejercemos el derecho a la protesta, se necesita hacerlo de manera pacífica para que más personas puedan entender y apoyar las causas de los movimientos que las abanderan.
  • Los movimientos sociales deben mantener su independencia y seguir luchando por sus agendas, incluso frente a gobiernos que consideran amigos o en los que confían más.

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¿El gobierno Petro renegociará los TLC?

Carlos Mario Acero Castellanos*

La apuesta sale mal

A principios de siglo Colombia se montó en la ola de los Tratados de Libre Comercio (TLC).

En esa época comentar sobre la inconveniencia de los acuerdos constituía una especie de herejía. Pero los resultados en materia comercial y los efectos sobre la capacidad regulatoria del Estado ahora le dan la razón a quienes se atrevieron a poner en duda la utilidad de esos tratados.

Las cifras no mienten. La firma de los principales TLC fue un error por parte de Colombia. Para comenzar, las balanzas comerciales con Estados Unidos y la Unión Europea se deterioraron de manera drástica. De un momento a otro, después de firmar los acuerdos, la economía pasó de superávits —cuando los ingresos superan a los gastos— a déficits alarmantes.

En el caso con Estados Unidos, pasamos de un superávit de 8,244 millones de dólares en 2012 a un déficit de 1.871 millones en 2021, mientras que frente a la Unión Europea pasamos de un superávit de 1,053 millones de dólares a un déficit de 2.685 millones en 2021.

Estas cifras se han traducido en desempleo, debilitamiento del aparato productivo agrícola e industrial, y rezago en la economía.

Además del ese fracaso comercial, están los más de 60 billones de dólares por los cuales Colombia podría ser condenada en Tribunales de Arbitraje Internacional, gracias a las demandas de inversionistas extranjeros. Esto sería gravísimo porque tendríamos que pagar esas cifras astronómicas y el Estado perdería la capacidad de regular asuntos ambientales, laborales, humanos o industriales por temor a recibir más demandas.

Las cifras no mienten. La firma de los principales TLC fue un error por parte de Colombia. Para comenzar, las balanzas comerciales con Estados Unidos y la Unión Europea se deterioraron de manera drástica. De un momento a otro, después de firmar los acuerdos, la economía pasó de superávits —cuando los ingresos superan a los gastos— a déficits alarmantes.

Por eso la propuesta de revisar y hasta de renegociar los TLC fue un pedido a gritos por parte de la ciudadanía. Muchos coincidieron con las propuestas de los candidatos presidenciales de la Coalición de la Esperanza y con la propuesta presentada por el actual presidente.

Foto: Twitter: Germán Umaña – La ruta del gobierno para la revisión de los tratados comerciales no es clara; en medios el ministro Germán Umaña ha expresado que no se está renegociando ningún tratado. Sin embargo, en el Congreso ha expresado la posibilidad de abrir estos escenarios.

Renegociar: la propuesta de Petro

El programa de gobierno Petro afirmó: “Renegociaremos los Tratados de Libre Comercio y mejoraremos la posición de Colombia en el comercio internacional y las cadenas mundiales de valor. Serán de especial atención las cláusulas de protección a la inversión de estos tratados que atentan contra la productividad, el empleo y la naturaleza.”

Actualmente el Ministerio de Comercio Industria y Turismo (MinCIT) adelanta acciones de revisión de los acuerdos con Estados Unidos, la Unión Europea y México. En lo que respecta a los tratados con Estados Unidos y la Unión Europea han venido sesionado los comités de balances sobre los siguientes temas: Asuntos sanitarios y fitosanitarios, comercio agrícola, obstáculos técnicos al comercio, asuntos ambientales y desarrollo sostenible.

Con Estados Unidos estamos especialmente interesados en abrir comités sobre comercio de mercancías, comercio de textiles y vestido, capacidades comerciales, servicios profesionales, reglas de contratación pública y mecanismos de protección de inversiones. Por otro lado, frente al tratado con la Unión Europea, hay comités sobre acceso a mercados, aduanas, facilitación y reglas de origen y propiedad intelectual.

¿Cuál será el procedimiento?

La ruta del gobierno para revisar o renegociar los tratados comerciales sigue sin ser clara, al menos para la opinión.

En múltiples oportunidades el MinCIT, Germán Umaña, ha dicho que no se está renegociando ningún tratado. Pero en una reunión en el Congreso el ministro señaló que el proceso de identificación de balances y desbalances de los acuerdos comerciales es una primera etapa. Lo que da a entender que posteriormente se podrían abrir escenarios formales de revisión.

También, el viceministro de Comercio Exterior, Luis Felipe Quintero, en comunicación escrita afirmó que “una vez finalice este ciclo de reuniones, se convocará a la Comisión de Libre Comercio —del TLC con EE.UU.—, máxima instancia de administración del [TLC]”. No obstante, agregó: “se puede inferir que, al menos por ahora la intención es revisar y procurar la realización de los ajustes requeridos dentro de los ya previstos en los mecanismos de los acuerdos, sin necesidad de recurrir a enmiendas a los mismos”.

Por tanto, a pesar de las buenas intenciones, el MinCIT no brinda luces alentadoras sobre cuáles son las etapas del proceso de revisión y los alcances que pueden llegar a tener en un futuro.

¿Cómo avanzar con éxito?                                                                               

Para finalizar hay que mencionar que la revisión de los TLC requiere de la participación ciudadana. Es lo más conveniente para no repetir las desventajosas negociaciones anteriores.

En el marco de la discusión del Plan Nacional de Desarrollo, el Comité en defensa de Santurbán, junto a otras organizaciones sociales, encontraron respaldo en más de 50 congresistas para agregar un artículo que crearía una comisión que integre a los actores sociales en el proceso de revisión integral de los tratados.

El ministro Umaña asegura que la revisión requiere consulta y apoyo de la sociedad civil, pero el gobierno todavía no avala esta propuesta para ser incluida en el Plan de Desarrollo.

Para darle un vuelco a los TLC a favor de los intereses nacionales es esencial consultar la opinión de los sectores empresariales, sindicatos, académicos, organizaciones ambientales y de derechos humanos.

En un país desindustrializado y empobrecido por la política de libre comercio es saludable que estemos avanzando hacia la revisión integral de los TLC. También es positivo que por primera vez el MinCIT reconozca que existen desequilibrios en estos acuerdos internacionales que afectan al país.

Pero para que Colombia pueda recuperar su capacidad soberana y diseñar políticas regulatorias para la reindustrialización y la defensa de los intereses de la gente se necesita un gran acuerdo entre gobierno y sociedad civil.

En un país desindustrializado y empobrecido por la política de libre comercio es saludable que estemos avanzando hacia la revisión integral de los TLC. También es positivo que por primera vez el MinCIT reconozca que existen desequilibrios en estos acuerdos internacionales que afectan al país.

Es útil mencionar que la gran propuesta de libre comercio del gobierno Biden en el hemisferio es el Acuerdo para la Prosperidad Económica de las Américas (APEP).

Muchos piensan que es la reedición de la fracasada Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), antecesora de los TLC, que buscaba una única zona multilateral de libre comercio en el continente y que fue rechazada por los gobiernos latinoamericanos de izquierda en los 2000.

Al respecto, el MinCIT sostiene que “al momento (sic) no se contempla iniciar un proceso de negociaciones de un tratado o acuerdo comercial con los países vinculados al APEP”. Una posición coherente que, a juzgar por los resultados de los TLC, nos conviene mantener.

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La inversión extranjera bajo los TLC: un mal negocio para Colombia

Ya era hora de evaluar sus resultados

Durante la primera década de este siglo aumentaron los tratados económicos entre Colombia y otros países del mundo.  Muchos incluyeron capítulos de protección de derechos de inversión, que hoy asfixian con demandas internacionales multimillonarias a la región y a Colombia.

Entre 2000 y 2010 Colombia negoció este tipo de tratados con España, Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Chile, Salvador, Guatemala, Honduras, Suiza, Liechtenstein, Noruega e Islandia. Otros tantos se negociaron en la segunda década.  Es momento de evaluar los efectos que dichos acuerdos han tenido en el desarrollo económico y social del país.

Actualmente el Ministerio de Comercio adelanta revisiones de los acuerdos con Estados Unidos, la Unión Europea y México, incluyendo la revisión de los mecanismos de solución de controversias inversionista – Estado (ISDS, por sus siglas en inglés). A su vez, tanto en Colombia como en Estados Unidos la sociedad civil adelanta iniciativas para eliminar estos mecanismos de los diversos tratados regionales.

Lea en Razón Pública: El tratado bilateral de inversión entre Colombia y Venezuela

¿Qué son los mecanismos ISDS?

Los mecanismos ISDS son instancias jurisdiccionales acordadas por los Estados para tramitar controversias sobre la protección de las inversiones. Permiten a los inversionistas demandar a los Estados, pero no permiten que los Estados los demanden por actuaciones ilegales, corruptas o irresponsables. Las controversias internacionales son asumidas por tribunales que verifican si el ejercicio regulatorio de los Estados lesiona los intereses económicos de los inversionistas.

Si bien existen disposiciones en los acuerdos de protección de inversiones que permiten a los países justificar sus acciones cuando haya motivos de interés público, como la defensa del medio ambiente, dichas disposiciones pueden ser interpretadas como excepciones que, como sostiene el profesor Tamayo-Álvarez, son per se medidas ilegales a la luz del derecho internacional.

Los tribunales que aplican los mecanismos ISDS hacen parte de instituciones internacionales. Los más conocidos son el Centro Internacional de Solución de Controversias (CIADI) del Banco Mundial y otros vinculados con instituciones como la Cámara de Comercio de Estocolmo (SCC), la Corte Permanente de Arbitraje (PCA) y la Cámara Internacional de Comercio (CPI).

Si bien existen disposiciones en los acuerdos de protección de inversiones que permiten a los países justificar sus acciones cuando haya motivos de interés público, como la defensa del medio ambiente, dichas disposiciones pueden ser interpretadas como excepciones que, como sostiene el profesor Tamayo-Álvarez, son per se medidas ilegales a la luz del derecho internacional.

Un ejemplo de lo anterior es el caso Eco Oro vs. Colombia. Una empresa canadiense demandó a Colombia por prohibir y delimitar legítimamente la minería en páramos como Santurbán. Si bien el Estado colombiano acudió a las excepciones generales para justificar sus acciones, el tribunal consideró que las medidas ambientales adoptadas por Colombia eran contrarias a las cláusulas del TLC Colombia-Canadá, motivo por el cual el Estado deberá compensar al inversionista.

Los ISDS le cuestan mucho a Colombia

Por decisiones de tribunales de inversión o procesos de conciliación en el marco de la solución de controversias, los países latinoamericanos han pagado compensaciones que ascienden a 28 mil millones de dólares. Mientras tanto, 36 mil millones de dólares están en disputa.

Incluso si ganara los casos, Colombia pierde. Los costos procesales que el país asume son escandalosos: pagamos mínimo 3 millones de dólares por cada pleito.

Si en el continente llueve, en Colombia no escampa. Según la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado (ANDJE) contra Colombia se han presentado 34 controversias. Siete procesos ya concluyeron con decisión de fondo. Uno de ellos, Glencore vs Colombia tuvo resultado desfavorable para el país, obligando al Estado a pagar 19 millones de dólares al inversionista. Y estamos a la espera del anuncio de la compensación a pagar en el caso de Eco Oro vs. Colombia.

Descontando los procesos concluidos, Colombia tiene 22 casos activos. En total, los inversionistas de Estados Unidos, Canadá, España, Reino Unido y Suiza reclaman compensaciones por 62,3 billones de pesos, es decir, más de tres reformas tributarias o una y media reforma a la salud. Por lo que ante una avalancha de fallos desfavorables la capacidad de ejecutar reformas sociales se vería reducida.

Los inversionistas de Estados Unidos concentran la mayor cantidad de casos y pretensiones en las 34 controversias contra Colombia. El TLC ha cobijado ocho de estas demandas, dos de las cuales han concluido con éxito para Colombia, cuatro están en trámite y dos se encuentran en etapa pre-arbitral. En cuatro casos no se ha establecido el monto de las pretensiones, pero en las cuatro restantes las aspiraciones de los inversionistas estadounidenses ascienden a 50,5 billones de pesos.

Incluso si ganara los casos, Colombia pierde. Los costos procesales que el país asume son escandalosos: pagamos mínimo 3 millones de dólares por cada pleito.

Hasta este momento, el Estado ha gastado más de 270 mil millones de pesos en costas procesales. Aunque al ganar el litigio los costos suelen asumidos por el demandante, esto no siempre sucede. Por ejemplo, en las demandas de Astrida Benita Carrizosa, Alberto Carrizosa y AFC Investment Solutions, no se recuperaron por completo los recursos invertidos en costas procesales.

Como si fuera poco, los mecanismos ISDS les permitieron a dos empresas corruptas demandar a Colombia. Se trata de Odebrecht, condenada por sobornos en múltiples Estados incluyendo Colombia, y de Uber, empresa que se jacta de su operación ilegal y de crear “tormentas de mierda regulatoria”, como reveló The Guardian con los #UberFiles. Ambos procesos están en etapa pre-arbitral.

La sociedad civil pide cambios

Ante el desalentador panorama de los mecanismos ISDS, en América Latina diversos sectores de la sociedad civil se han organizado para defender los intereses nacionales en materia económica, ambiental y humanitaria.

Por una parte, ONGs como Public Citizen, Institute for Policy Studies-Global Economy Project, Institute for Agriculture and Trade Policy (U.S.) y la Plataforma de América Latina Mejor Sin TLC promovieron la firma de una carta dirigida al presidente Joe Biden para que elimine los ISDS vigentes en las Américas.

Esta iniciativa aprovechó que el mismo Biden dijo que Estados Unidos no debería buscar nuevos acuerdos con mecanismos ISDS y que la renegociación del TLCAN entre México, Estados Unidos y Canadá eliminó estos mecanismos salvo, desafortunadamente, en el sector de combustibles fósiles en México.

Por otra parte, desde Colombia se está promoviendo la Coalición de Comunidades Afectadas y Organizaciones Sociales Nacionales e Internacionales que, de manera semejante, promueve la firma de una carta dirigida al presidente Gustavo Petro para retirar al país de los acuerdos de protección de inversiones con mecanismos ISDS. (La petición puede ser firmada en el siguiente enlace: http://bit.ly/3jIfXxJ)

En palabras de la Coalición, se solicita “al gobierno de Colombia revisar integralmente y retirarse de tratados que permiten demandas de empresas multinacionales mineras como Glencore y las canadienses Eco Oro, Galway Gold y Red Eagle ante tribunales diseñados para favorecer sus intereses incompatibles con los derechos humanos y la protección del ambiente”.

Ante el desalentador panorama de los mecanismos ISDS, en América Latina diversos sectores de la sociedad civil se han organizado para defender los intereses nacionales en materia económica, ambiental y humanitaria.

Claramente, la sociedad civil y diversos sectores políticos se están movilizando para abordar con rigurosidad la necesidad de renegociar los tratados de protección de inversiones y mecanismos ISDS. Esta es una oportunidad para unir al país en defensa de su soberanía, dándole un giro a los malos acuerdos y a las malas inversiones. Petro debe honrar su propuesta de campaña y renegociar este tipo de tratados.

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Reformas a las reformas

Cambio, sí, pero cuál cambio

Las elecciones pasadas resolvieron el dilema entre continuidad y cambio: ganó la opción del cambio. Por eso la actual discusión política está marcada por agendas distintas de las de los gobiernos anteriores.

En este nuevo debate están presentes las reivindicaciones de sectores sociales, gremiales y empresariales antes ignorados. Pero hacen falta muchas otras, bien porque han transcurrido apenas dos meses de gobierno o, peor, porque se asoma el olvido de lo que el candidato ganador había propuesto.

También hay que entender que no todas las iniciativas son buenas por el hecho de ser nuevas.

En todo caso, el debate político gira en torno del tipo de cambio que Colombia requiere.

Antes de analizar las reformas que cursan en el Congreso y otras iniciativas relevantes del nuevo gobierno, vale la pena recordar que la posibilidad y dirección del cambio dependen de la voluntad política y la correlación de fuerzas entre la política tradicional y los sectores que llamaríamos innovadores y democráticos.

La voluntad política se manifestará en la aprobación o el rechazo de las reformas, mientras que ya conocemos la correlación de fuerzas. La mayoría del Congreso sigue en manos de partidos tradicionales y de algunos politiqueros camuflados como partidos de gobierno. Y aunque los camuflados contribuyen a sumar mayorías, también juegan un papel importante en las expectativas de transformación.

Reforma tributaria y Presupuesto General de la Nación

En todo caso, se trata de una propuesta distinta de las de Santos o Duque, principalmente por su apuesta a los impuestos progresivos o cobrados según la capacidad de pago de cada contribuyente.

La reforma tributaria acaparó los reflectores de la agenda nacional. Al proyecto le quedan dos debates en plenarias de Senado y Cámara. Con los cambios que ha tenido, la reformas se parece a que había elaborado el hoy ministro Ocampo para la campaña de Sergio Fajardo que a la propuesta de Petro durante su campaña.

El proyecto inicial del gobierno era más progresivo, pero el debate el Congreso un collage de intereses opuestos.  Aunque no se ha cambiado de manera sustancial el componente progresivo, la intervención de los partidos tradicionales y de algunas organizaciones gremiales es evidente.

En vez de esperar el fracaso del gobierno actual, lo pertinente es discutir sobre cómo hacer el cambio y de qué manera la sociedad puede involucrarse para acompañarlo o, en caso de que sea necesario, demandarlo a través de la movilización social.

Ahora, en los debates restantes, quienes deseamos genuinamente el cambio, debemos abogar por modificaciones donde, principalmente, se incluya una tarifa diferencial de renta para pequeñas y medianas empresas. Así, las microempresas no pagarán igual que las grandes empresas. También debemos defender la eliminación de impuestos a las pensiones.

Por otro lado, el Presupuesto General de la Nación (PGN) parcialmente corresponde a las prioridades o intenciones esperables del actual gobierno. Aunque, claro está, el presupuesto tiene que adaptarse al entorno económico mundial de inflación y desaceleración.

Petro decidió aumentarle 14 billones a la propuesta de PGN que dejó Duque, dirigidos principalmente al gasto en agricultura y educación. Incluso, en esta última materia, el aumento superó el monto ganado en las calles por el movimiento universitario en el 2018.

Además, en el aumento general no se destinaron nuevos recursos para el muy alto pago de la deuda, a diferencia de lo que hacían los gobiernos anteriores.

Pero los pronunciamientos de Petro y Ocampo son positivos para modificar la regla fiscal y así soltar un poco el cinturón de las finanzas del Estado.

La paz total

Sin lugar a duda se trata de una visión opuesta a la de Duque; todos conocemos su frase, “¿De qué me hablas viejo?”.

Petro en cambio reconoce los efectos devastadores del conflicto armado sobre la población y la necesidad de eliminar la mayor cantidad de factores de violencia mediante diálogos y negociaciones, inclusive con grupos sin origen político.

El proyecto de ley de la “paz total” avanza a paso firme. Además de crear el marco jurídico para negociar la paz, esta ley tendrá éxito si, primero, se hace una categorización rigurosa de los grupos armados y si, permite diferenciar a quienes tienen verdadera vocación de paz de aquellos que le fallaron al país y al acuerdo de paz de 2016.

La reforma política

Con la reforma política empiezan las dudas sobre cómo será el cambio.

La reforma, presentada por el ministro Prada y defendida a capa y espada por Roy Barreras, no corrige los problemas ni a los reproches de la ciudadanía contra el sistema político.

Por ejemplo, el gobierno no acompañó la bobadita de despolitizar el Consejo Nacional Electoral (CNE), órgano que responde a los partidos y no a juristas con experiencia e independencia judicial.

Foto: Radio Nacional - Junto con las reformas que hoy avanzan mediante proyectos de ley, otras propuestas del gobierno Petro hacen carrera.
Foto: Radio Nacional – Junto con las reformas que hoy avanzan mediante proyectos de ley, otras propuestas del gobierno Petro hacen carrera.

El peligroso aporte de Paloma Valencia, quien propone eliminar la obligación de los políticos de declarar los conflictos de intereses frente a quienes financian sus campañas, facilitará la injerencia de grandes grupos económicos, o hasta del narcotráfico, en la política.

Aunque al proyecto le faltan seis debates donde se cortará mucha tela, hoy preocupa el avance de las listas cerradas que sirven para esconder a personajes indeseables, con financiaciones ilícitas o capturados por intereses corporativos, detrás de caras amables.

Las listas cerradas suelen ser encabezadas por  sí merecen estar en las corporaciones públicas, pero en esas listas actualmente el país tiene algo así como lobos disfrazados de abuelas. Claro, en una democracia robusta, de partidos fuertes y sana politización, las listas cerradas pueden ser buenas, pero ese loable deseo no podrá prosperar con el sistema clientelista del país.

A lo anterior se suma el peligroso aporte de Paloma Valencia, quien propone eliminar la obligación de los políticos de declarar los conflictos de intereses frente a quienes financian sus campañas. De esta manera facilitará la injerencia de grandes grupos económicos, o hasta del narcotráfico, en la política.

Bajo estas circunstancias, mejor sería que se caiga la reforma, o que se apruebe la propuesta de De la Calle, Ariel Ávila y Jennifer Pedraza para incluir la despolitización del CNE, así como de abrir las listas y preservar la regla actual de impedimentos.

Ideas dudosas o nebulosas todavía

Otras propuestas del gobierno Petro están haciendo carrera aunque todavía no son muy claras; más bien parecen abstractas y preocupantes.

La compra de tres millones de hectáreas para entregarlas a campesinos hace parte de las ideas abstractas de este gobierno, por ejemplo. En principio tiene un objetivo loable pero los detalles son inciertos.

Entre las preocupaciones se encuentran los anuncios confusos y erráticos sobre cómo se hará la necesaria transición energética. Por el momento parece un proceso acelerado, sin consideración de la realidad productiva del país, y con un contexto internacional convulso.

El ministro Ocampo, por ejemplo, sostiene que para financiar la transición se necesita mantener la explotación de minerales, porque el panorama en esta materia es muy oscuro.

Las apuestas en otros temas de resorte social vendrán después. Es normal porque no todas las reformas pueden avanzar con la misma velocidad ni comenzar al mismo tiempo. En algunas, como en lo que tiene que ver con los TLC, se debe presionar y buscar a los sectores sociales para acordar puntos que beneficien la economía del país.

En política internacional, antes que asumir una posición alineada, consecuente con su discurso, Petro debería llamar a esfuerzos de paz sin privilegiar a un bando u otro.

Los gobiernistas y los opositores

Los congresistas, tanto de oposición como de la bancada de gobierno, deben estar dispuestos a reconocer los aciertos y los errores del gobierno Petro.

La oposición debe reconocer que en la agenda del gobierno hay iniciativas positivas por empezar a desarrollar, como la reforma laboral que dignifica el trabajo o la reforma pensional que ofrece un nuevo modelo de Sistema General de Participaciones y así saldar deudas históricas del país.

Finalmente, en vez de esperar el fracaso del gobierno actual, lo pertinente es discutir sobre cómo hacer el cambio y de qué manera la sociedad puede involucrarse para acompañarlo o, en caso de que sea necesario, demandarlo a través de la movilización social.

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¿De dónde viene la reforma tributaria?

Carlos Acero*

Le queda mal a un gobierno de izquierdas o alternativo validar sus iniciativas usando de referencia a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico -OCDE- o cualquier otra organización financiera internacional. La OCDE, semejante al Fondo Monetario Internacional –FMI- y al Banco Mundial -BM-, hace parte de la estructura internacional de organizaciones de corte neoliberal que el mandato popular rechazó en las últimas elecciones presidenciales. Ahora bien, siempre he sostenido que la OCDE opera de manera mucho más sofisticada en comparación a otras organizaciones internacionales[1].

Aunque poco se estudie -incluso en la izquierda- hay que entender las diferencias entre las formas de operar de cada organización. Si bien no nacieron con ese objetivo, el BM  y el FMI implementaron los Planes de Ajuste Estructural para constreñir a los países no desarrollados. A cambio de recursos económicos –usualmente mediante crédito-, le exigían a estas naciones reformas estructurales de corte neoliberal, que implicaban reducción del gasto público y de la participación del Estado en la economía, privatizaciones, aumento del endeudamiento, entre otras[2]. La evidencia demuestra que, contrario a ser planes para el crecimiento del mundo subdesarrollado, perjudicaron a las naciones que los implementaron[3].

A pesar de ser prima de las anteriores[4], la OCDE no funciona a través de constreñimiento mediante recursos. Esta organización, en términos generales, actúa mediante coincidencias ideológicas. La excepción a la regla ocurre cuando un país, usualmente no desarrollado, realiza su proceso de ingreso a la organización, proceso que transitó Colombia y donde el constreñimiento sí existe.

Por esos días Colombia firmó, sin posibilidad alguna de disentir en una coma, siete tratados internacionales; adoptó mecanismos de privatización blandos como sacar a delegados del gobierno de juntas directivas de empresas públicas o mixtas; promovió políticas públicas para financiar la educación vía Icetex ; echó para atrás el control de precios a los medicamentos, condición impuesta por las grandes farmacéuticas y el gobierno de EE.UU.; entre otros. Por lo mismo, sigo sosteniendo que Petro cometió un grave error al votar a favor del ingreso de Colombia a la OCDE.

Ahora bien, tras el ingreso del país a la OCDE el constreñimiento se reduce y la adopción de parámetros pasa a depender de la identidad ideológica. Desde entonces sí es posible hablar de meras recomendaciones, así muchas de esas no nos gusten. A ello se suma que la OCDE constantemente realiza apreciaciones sobre las iniciativas de los países, saludándolas o no, sin que ello tenga mayores consecuencias.

En estos días la OCDE saludó la propuesta tributaria de Petro y Ocampo. A diferencia de las reformas tributarias de Duque[1], la de Petro y Ocampo no fue redactada por las organizaciones internacionales neoliberales. La exposición de motivos de la reforma actual tampoco indica, como aquellas, que ese sea su origen y el contenido integra sendos temas que coinciden con valoraciones de sectores que no acompañaban al gobierno Duque, empezando porque no toca el IVA.

De manera semejante, como precisó el economista Diego Cortés[2], en 2020 la bancada opositora al gobierno de Duque, incluyendo a Dignidad, presentó una reforma tributaria que proponía incrementar impuestos a los dividendos, establecer un impuesto al patrimonio y eliminar beneficios tributarios[3]. Estos elementos de la reforma son evidentemente progresistas, necesarios para avanzar en una agenda de desarrollo nacional, y sobre todo afines a la idea de financiar al Estado colombiano cada vez más con impuestos directos. Que en otros momentos el FMI haya coincidido con incluir estos elementos no quiere decir que la reforma haya sido escrita por éste, ni que estos sean incorrectos, y mucho menos que la bancada opositora -en ese momento- hubiese cedido su pluma a los funcionarios del FMI.

Muchas cosas se pueden criticar de esta reforma desde posiciones de izquierda. Por lo mismo, la Representante a la Cámara Jennifer Pedraza ha presentado quince proposiciones para modificar o eliminar lo inconveniente de la reforma, por ejemplo, incluir tarifa de renta diferencial para personas jurídicas.

La reforma viene de economistas del Ministerio de Hacienda, la mayoría no ortodoxos. Ensucia el debate, el riguroso y honesto, señalar que el saludo de la OCDE a la tributaria es igual a adoptar el contenido neoliberal que promueve dicha organización o que provenga de allá.

[1] Comisión de expertos OCDE – DIAN durante gobierno Duque: https://www.dian.gov.co/dian/Paginas/OCDE-CEBT.aspx

[2] Ver: https://twitter.com/DiegoCortesV/status/1567404602584186880

[3] “Por medio de la cual se modifica el decreto ley 568 de 2020 “por el cual se crea el impuesto solidario por el covid 19, dentro del estado de emergencia económica, social y ecológica dispuesto en el decreto legislativo 417 de 2020”.” Disponible en: https://www.camara.gov.co/impuesto-solidario-covid-19

[1] Acero Castellanos, Carlo Mario. OCDE : herramienta de distribución de recursos en la globalización neoliberal : el caso de la reforma a la educación superior en Colombia. Repositorio Institucional Séneca, Universidad de los Andes. 2018.

[2] CHANG, Ha-Joon. Economía para el 99% de la población. Barcelona: Editorial DEBATE, Penguin Random House Grupo editorial. 2015. p. 94.

[3] Ibídem.

[4] OCDE. A strategy for enlargement and outreach. Report by the Chair of the Heads of Delegation Working Group on the Enlargement Strategy and Outreach, Ambassador Seiichiro Noboru. 2004. p 10.

[5] Comisión de expertos OCDE – DIAN durante gobierno Duque: https://www.dian.gov.co/dian/Paginas/OCDE-CEBT.aspx

[6] Ver: https://twitter.com/DiegoCortesV/status/1567404602584186880

[7] “Por medio de la cual se modifica el decreto ley 568 de 2020 “por el cual se crea el impuesto solidario por el covid 19, dentro del estado de emergencia económica, social y ecológica dispuesto en el decreto legislativo 417 de 2020”.” Disponible en: https://www.camara.gov.co/impuesto-solidario-covid-19

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