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El -falso- enemigo común de Trump y Kamala

Igual que su hegemonía global, la democracia de Estados Unidos se encuentra en retroceso. La campaña electoral en curso es una fiel radiografía de las complicaciones vive la poderosa nación del norte de América.

Las candidaturas del republicano Donald Trump y de la demócrata Kamala Harris tienen diferencias, especialmente en materia de política interna. Sin embargo, ambas compiten en la opinión pública por demostrar quién tiene la mano más dura y eficiente en contra de la migración.

Trump insiste en su discurso de odio contra la población migrante, celebra las medidas fascistas de algunos gobernadores de los Estados de frontera que consisten en desollar a las personas que cruzan el Río Bravo e insiste en terminar la construcción del muro, tarea en la que fue muy discursivo pero poco efectivo en su periodo presidencial. Además, crea la narrativa de que Estados Unidos ha sido invadida como nunca antes por hordas de inmigrantes con antecedentes judiciales, afirmación falsa.

Por su parte, el partido Demócrata se esfuerza por demostrar que la narrativa de Trump es simplemente eso, una narrativa, pero no controvierte su visión antiinmigración, pues desecha el discurso en defensa del sueño americano y de que son un país orgullosamente construido por migrantes.

La administración Biden, que hoy impulsa a Harris, prefiere caer en el antipático marco conceptual de Trump para discutir que ha sido más eficiente que su antecesor en el control migratorio. Y no son menores las cifras que están del lado de Biden y Harris, puesto que gracias al sistema CBP One se han logrado reducciones de más del 50% de los cruces fronterizos y conseguido números de captura de migrantes indocumentados semejantes a los de septiembre de 2020.

La ONG Human Rights Watch ha alertado sobre los efectos negativos de estas políticas en contra del derecho humano al asilo, así como de la contribución de las mismas al incremento de ataques sistemáticos en contra de las personas migrantes por parte de carteles en México y funcionarios de gobierno.

La “guerra contra la migración”, que es el marco de la campaña, resulta ideal para que las élites republicanas y demócratas escondan los problemas estructurales que padece la sociedad.

En Estados Unidos la concentración de riqueza y el crecimiento de la pobreza en Estados Unidos son escandalosas. El 50% más pobre de la población de EE.UU. posee solo el 1,5% de la riqueza privada del país, mientras la élite de billonarios se consolida cada vez más. Desde 2021 la desigualdad ha incrementado en 3,2% y el ingreso promedio de la población ha decrecido 0,7% cada año desde 1979.

Mientras que Elon Musk está a punto de hacer realidad su sueño de viajar a Marte, el 65% de la población se duerme sin saber qué comerá el día siguiente.

Las campañas prefieren apuntar a las personas migrantes antes que desmontar los grandes privilegios de los billonarios, pues en gran medida dependen de estos para financiar sus candidaturas.

Hasta su retiro la campaña de Biden había sido financiada casi en 60% por grandes corporaciones. LinkedIn, PayPal, Netflix, en general, grandes corredores de bolsa y fondos privados de inversiones se destacan entre los donantes.

Por su parte, Trump no oculta su deseo por aumentar los topes de la financiación privada en las campañas y reducir la tasa efectiva de tributación de los grandes contribuyentes. Trump defiende la concentración de la riqueza y la democracia en pocas manos.

No es un secreto que las donaciones se convierten en transacciones para el lobby y la regulación favorable a las grandes corporaciones, así sean en detrimento de los intereses del pueblo. El Senador Bernie Sanders denunció que el billonario Reid Hoffman donó 7 millones de dólares a la campaña de Harris y, a modo de contraprestación, pidió retirar a una funcionaria de la administración Biden que le incomoda.

La política exterior de Estados Unidos es bipartidista y en líneas gruesas será semejante con Harris o Trump. Ambas candidaturas se van a esmerar por mantener la decadente hegemonía estadounidense en el concierto internacional. Pero definitivamente asuntos como el genocidio de Israel en Palestina seguirán teniendo el respaldo del Despacho Oval.

Aunque Kamala tenga un tono menos reaccionario su posición ha sido clara en respaldar a Israel en la ofensiva militar. A su administración le han sobrado casos en los que le da la espalda al derecho internacional para terminar la guerra y el jueves recibió a Netanyahu en Washington.

Por supuesto las candidaturas son distintas y en asuntos domésticos representan algunas causas contradictorias. Trump raya con el fascismo populista y Harris levanta ciertas banderas progresistas. Pero las dos campañas coinciden en apuntar al -falso- enemigo antes que abordar los profundos problemas que aquejan a la sociedad estadounidense.

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