
Romper con las lógicas de corrupción y clientelismo es una condición obligatoria para transformar a Colombia. Esta condición, además de ética, tiene consecuencias prácticas, puesto que las concesiones que se hacen con los políticos de siempre derivan en una oscura transacción de los intereses privados sobre las agendas transformadoras.
Bajo el eufemismo del “acuerdo nacional” Petro montó un contubernio burocrático, con el agravante de que sus aliados politiqueros no desarrollaron el programa de gobierno sino su politiquería tradicional. A cambio de puestos, los partidos Liberal, Conservador y de la U han apoyado al gobierno en al menos 13 reformas.
Cabe aclarar que la idea de buscar un acuerdo nacional para lograr consensos entre sectores distintos es en esencia plausible y necesaria. Pero lo que ha ocurrido en el país en estos dos años y medio no es la disposición al diálogo del presidente con los sectores independientes, con las otras ramas del poder o con el sector privado. Por el contrario, el presidente no ha desaprovechado momento para lanzar sus críticas y prejuicios a dichos sectores.
En los detalles se ve más claro el daño que negociar los principios le hace al proyecto político. Para lograr mayorías en el Congreso el gobierno le entregó entidades y ministerios esenciales de la agenda social a la política tradicional.
La dirección de la Fiduprevisora y el sistema de salud del magisterio fue entregada al partido de la U. Petro puso al ratón a cuidar del queso, puesto que la cuota de la U fue Jhon Mauricio Marín, cuestionado por escándalos de corrupción durante su paso por Ferrocarriles de Colombia.
La chequera de 18 billones de pesos del FOMAG y su fase de transformación quedó en manos de politiqueros ajenos al sentir de las y los maestros, incluso de las bases sindicales. Y todo salió mal, puesto que el nuevo modelo nada cambió, muchos de los viejos contratistas de salud volvieron a ser contratados y la prestación del servicio es igual o peor que en el pasado.
Con la reforma a la salud pasa algo semejante. En el espectacular Consejo de Ministros Petro confesó su deuda electoral con Dilian Francisca Toro, la baronesa de la salud del Valle. La deuda fue cobrada con las modificaciones a la reforma, todas a puerta cerrada, porque en el debate del Congreso no aprobaron grandes cambios. El gobierno terminó cediendo en el fortalecimiento de la oferta pública en salud, eliminado la posibilidad de fortalecer a la ADRES como pagador único del sistema y la entrega de utilidades de entre el 5% y el 8% a las EPS, sin importar si cumplen o no con sus deberes. La reforma es un Frankenstein y -de ser aprobada- no va a cumplir con las expectativas promocionadas hace un par de años.
La componenda también ha pasado por entregar los entes de control a la política tradicional. Primero se entregó la Contraloría, de manera ilegal, a Carlos Hernán Rodríguez, cobijado incluso con los votos de Cambio Radical y el Centro Democrático. Luego, se concilió entregar la Procuraduría a un viejo zorro de la politiquería, Gregorio Eljach.
Ambos nombramientos empeñan la independencia de las entidades frente a los intereses partidistas, con lo que pierde la ciudadanía. Además, son nombramientos ajenos a las iniciativas de cambio por las que votó el pueblo.
Tal vez el mayor efecto de la negociación de los principios redunde en la desesperanza que se siente en el país. El primer gobierno no tradicional terminó siendo un mal ejemplo en la lucha contra la corrupción y el clientelismo, como lo denuncia incluso la mitad de su gabinete.
El nuevo momento de gobierno en el que el presidente se aleja de sus aliados históricos de la izquierda no augura un escenario de unidad con sectores “moderados”, sino la consolidación de una coalición politiquera que piensa más en 2026 que en terminar de gobernar.
Pero mientras en Colombia haya quienes insistan en no negociar los principios habrá esperanza. Y todavía los hay.
Nota: ¿Cuál es la agenda de la Fiscal General de la Nación? Las investigaciones por calumnia a las mujeres que denuncian a Holman Morris avanzan más que las que cursan en contra de éste; por su orden se impidió la captura en Colombia de Papá Pitufo, sin que a hoy exista una justificación sólida; y le hizo un entrampamiento a la negociación de paz entre el gobierno y los “Comandos de la Frontera”.